Y comentaba la no necesidad de ir al entierro porque la finalidad del permiso va o puede ir más allá, el mero duelo, por ejemplo , o trámites (que le pueden corresponder a familiares concreto, no necesariamente a todos los que abarca el alcance de este permiso).
Y te lo digo yo que me he encontrado con el caso (propio) del fallecimiento de un familiar muy, muy directo (por grado de afinidad no se puede serlo más, e imagina para el consanguíneo, que le pasó lo mismo) que sucedió tan, tan lejos, tanto el propio fallecimiento como funeral y entierro, que por la distancia y complejidad del viaje, no acudimos ni disfrutamos del permiso, ni un solo día (si pasa a 200 km tienes hasta 4 días, incluso por el parto natural de tu cuñada, pero como suceda al otro lado del Atlántico y de repente, por mucho que te afecte, probablemente no vas ni te planteas pedir permiso).
La verdad es que no nos negaron el permiso a nadie (no lo llegamos a pedir, ni la consanguínea de primer grado), pero, y pensando especialmente en el consanguíneo, igual se lo hubieran cuestionado por no acreditar ir al entierro. Obviamente fueron unos días de trabajo muy duros para esta persona.
Sé que me voy del tema de fondo, pero como reflexión (y que nos puede llevar a veces a darle vueltas a cuestiones técnicas por si se puede ser más estricto o no), esto de los permisos entiendo que a veces pecan de cortos y otros de justificación cuestionable, ya que, puede tener el doble de duración (si por ejemplo hay desplazamiento) el parto natural de cuñada o operación de cataratas de la abuela de mi mujer (aunque tenga por ejemplo 15 nietos y otros tantos nietos políticos) que por fallecimiento de un hijo. Esto de meter todos los supuestos y niveles de familiares en el mismo saco... y aunque cada caso es un mundo y sólo el afectado conoce sus circunstancias, es cierto que unas veces te hace ser más sensible que otras.
Saludos